miércoles, 17 de agosto de 2011

Preparan estreno de Si nos dejan, musical de José Manuel López Velarde


Como si fuera un exquisito platillo de la más elaborada comida mexicana, así se cocina Si nos dejan, el gran musical mexicano, que siguiendo con la metáfora culinaria, tiene ocupadas todas las parrillas de la gran estufa en la que en estos momentos se encuentra convertido el Teatro 2 del Centro Cultural Telmex.

Un platillo que conjuga un sinfín de exquisitos ingredientes, todos en cantidades generosas y hasta deslumbrantes, que bien vale la pena enlistar para empezar a antojar a los comensales, quienes podrán degustarlo a partir del miércoles 24 de agosto próximo.En primer lugar se necesita una buena receta, que en esta ocasión ha sido creada por un autor y director ingenioso, avezado, que no ha tenido miedo de acercarse a 50 de las canciones más tradicionales de la música mexicana para integrarlas en una historia llena de magia, amor y sobretodo mucho del espíritu reinante en la bien llamada Época de Oro del cine nacional. 

Se trata de José Manuel López Velarde –autor y director, también, del más grande éxito del teatro musical de los últimos años: Mentiras–, quien para contar esta gran historia en la que los lenguajes teatral y cinematográfico se funden, para sorpresa y gusto del espectador, cuenta con un equipo de creativos mexicanos, reconocidos dentro y fuera del país como talentosos e innovadores.

En la primera parrilla se cuece el diseño escenográfico de Jorge Ballina, quien explica que el teatro está ambientado para convertirlo en un cine viejo abandonado, que es el sitio en el que ‘cobra vida’ una película clásica de la Época de Oro, con personajes, situaciones, conflictos, lugares, incluso diálogos, que son recreados aquí de manera magistral, para trasladar al público a aquellas grandes historias que forman parte ya de la idiosincrasia mexicana.

Mágicamente, los lugares donde se desarrolla la historia se construyen frente al espectador con 100 butacas rotas, 300 latas y carretes de película, así como más de8 kilómetrosde celuloide; 50 cajas de embalaje de diferentes tamaños, letras de un anuncio luminoso,  proyectores viejos, marquesinas, carteles y anuncios, andamios y escaleras y otros elementos de un cine abandonado. 

Asimismo, hay cinco vagones con ruedas en los que los actores mueven objetos apilados y personajes de un lado a otro del escenario.

En Si nos dejan se utilizan proyecciones de imágenes en el estilo de las películas del cine de la época de oro sobre 10 pantallas de diversos tamaños, tanto en proyección frontal como retroproyección, que se logran con el uso de tres proyectores de 20 mil ansilumenes y con video editado y masterizado especialmente para la obra.

Asimismo, hay cinco grandes superficies de tela rota, opaca o transparente, que también reciben proyecciones.

Y aunque no forman parte de la escenografía propiamente dicha, dos voladoras de alta tecnología se integran a ella, y permiten desplazamientos mágicos de actores y piezas de la ambientación. 

Todo esto para un impactante total de 85 cambios de escenografía.

Una escenografía que es una singular mezcla de ambientación en vivo y virtual, por lo que cerca, muy cerca, casi de la mano se cocina el video que se proyecta en las ya citadas 10 pantallas, consta de más de 200 imágenes, que van de cielos, haciendas, cerros, cantinas o sembradíos, hasta recreaciones completas y detalladas de ciudades como Puebla, Guadalajara y Acapulco; sin olvidar una animación completa del Mitlantecutli, o lugar de los muertos, donde transcurre una de las escenas clave de esta historia. 

El trabajo de video lo realiza la empresa Darmah, cuyo productor es Rodrigo Proal, y cuenta con el respaldo de Gimena Amuchestegui y de Omar Vela, como responsable del proyecto.

En la parrilla anexa se cocina –también de la mano de la escenografía y el video– el diseño de iluminación,  cuya responsabilidad cae en los hombros de la muy prestigiada Xóchitl González, quien con el apoyo de Gabriel Torres Vargas, cuida hasta el más mínimo detalle para que Si nos dejan se vea en todo su esplendor.

Para lograrlo, el diseño incluye más de 100 lámparas de diferentes tipos e intensidades, colocadas estratégicamente para que no compitan, sino que se complementen con el video. Y es que los iluminadores tienen el reto de enaltecer la magia del teatro y recordarle al público en cada escena que a pesar de tener millones de pixeles en pantallas de grandes proporciones, éste es un musical teatral y no una película.

La primera parte del montaje, cuenta con  un diseño de iluminación basado en la época del cine post revolucionario, para lo cual se han creado los ambientes de películas en blanco y negro, como cuando éstas se transmiten en una vieja televisión casera; mientras que la segunda parte del montaje, cuando ya el technicolor invadió las pantallas, la iluminación está muy cuidada para no saturar el ojo del espectador.

Una  singularidad más en el diseño de iluminación es que como toda la escenografía es movida por los actores, hay escenas en que son ellos mismos, quienes iluminan la acción.

El ingrediente más sonoro de todos, el audio, es responsabilidad de Antonio Martínez Benita y Jesús Díaz, quienes crearon un diseño de amplificación auditiva para lograr que cada espectador pueda escuchar al mariachi y a los cantantes como si estuvieran en el corazón mismo de la plaza Garibaldi.

Y si de sonido se trata, también hay que resaltar que los efectos son creados en vivo por uno de los actores desde el mismo escenario y amplificados por el sistema de microfonía. El actor usa elementos de la vida de un cine viejo como latas, varas, zapatos viejos, pedazos de madera, trozos de lámina, varillas de metal, e incluso su propio cuerpo, para crear los efectos como lo harían en la época de oro del cine mexicano, cuando no había la tecnología de la que hoy se dispone. 

Las cantidades en la cazuela en el que cocina el vestuario no son menos impresionantes que todos los anteriores. Y he aquí la prueba de ello:
Tenemos 150 diseños, que implican  más de 600 piezas, algunas de ellas de colección, que incluso fueron elaboradas por artesanos mexicanos y que llegan a la producción de Si nos dejan, gracias al patrocino de FONART.

Por ello, es que más allá de las cantidades (que si resultan impresionantes) es justo mencionar que el diseño del vestuario, creado por Mario Marín del Río, parte de la estética propia de las películas mexicanas, pero también de una reinterpretación de ciertos elementos folclóricos en sus formas y proporciones para hacerlos visualmente atractivos en un escenario. 

Hay una mezcla de décadas y estilos, con una modernidad característica de mediados del siglo XX, como era también propio del cine de la época. De la misma manera, hay una cierta idealización de un entorno campirano, sin buscar restarle verosimilitud.

Un pequeño-gran detalle es que para remarcar la presencia cinematográfica, las primeras escenas de la puesta en escena transcurren en ‘blanco y negro’, para luego pasar al más rutilante technicolor, por lo que buena parte del  vestuario se ha multiplicado por dos, con todo lo que ello implica de creatividad, trabajo y, por supuesto, inversión.  

Los personajes principales, como Paloma y José Alfredo, tienen más de 10 cambio y variaciones en su vestuario a lo largo de la obra.

Algunos de los elementos más destacados del vestuario son los trajes de China Poblana que usa Paloma, en sus versiones blanco y negro y color. El vestuario del personaje de La llorona, que representa el momento mágico y fantástico de la puesta, así como las calacas inspiradas en el estilo de grabado de José Guadalupe Posadas, particularmente en su representación de La catrina.

Todo esto para crear el marco maravilloso, impactante, mágico, deslumbrante, novedoso, en el que han trabajado más de 200 personas, para el lucimiento de los 32 actores, cantantes y bailarines, y 9 músicos, que participarán en cada función de Si nos dejan, que tendrá la sazón de los dos mejores cocineros del teatro musical en nuestro país: Morris Gilbert y Federico González Compeán, que con esta puesta en escena llegan al montaje número 21, en 14 años de trabajo, dela División Teatro de OCESA.

Si nos dejan podrá degustarse a partir del miércoles 24 de agosto, y ofrecerá funciones los jueves a las 20:15 horas; viernes y sábados a las 17:45 y 21:15 horas; domingos a las 13:30 y 18:15 horas.


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